Hemos bautizado la barbacoa con el nombre del dios romano del fuego, protector de todos los herreros: Vulcano. Según la leyenda, Vulcano tenía sus fraguas al pie de los volcanes activos.
Su musa era Venus, que para los romanos era la diosa de la belleza. Sólo a través de ella pudo Vulcano transmitir belleza y pasión a sus artefactos.